
—¡Joaquín! ¿Dónde está Joaquín? —entra gritando el flaco Truskariov al boliche de la Cooperativa. El Chueco Lavrov lo mira con cara de resignación, hace una seña con la cabeza y sigue enjuagando los vasos sin decir nada.
—En el baño —dice Timosha, arrastrando los sonidos. No es mediodía y ya está en estado de gracia.
El flaco aporrea la puerta.
—¡Joaquín! ¡Se rayó el disco! ¡Dale! —grita.
—¡La puta que lo parió! —dice una voz gruesa y cascada—. Ya voy, ya voy.
Joaquín Estévez sale del baño subiéndose el cierre del pantalón, hace una pausa para vaciar el vaso y se va del boliche dando zancadas.
—Anotame esa grappa, Chueco —dice Joaquín. El Chueco Lavrov lo vuelve a mirar con cara de resignación y sigue enjuagando los vasos sin decir nada.
—Chau, hermano —dice Timosha, y le da otro besito a la caña.
Joaquín llega al cordón y cruza corriendo la General Artigas. No tiene que mirar hacia la derecha porque desde el puerto no sube nadie ni tampoco hacia la izquierda, porque a esa hora del sábado la circulación por la avenida principal es nula. Joaquín sigue corriendo. Pasa frente al Instituto de Colonización, la casa de Wilhelm Winkler, el Club Atlético La Colonia, llega a la explanada frente al Centro Cultural Juventud y Unión, enfrenta la escalera de hormigón y baja a los saltos. A nivel del suelo, casi donde empiezan los matorrales que bordean la costa, está la puerta de CW 157 Radio La Colonia. Un tirón más y se para frente a la bandeja donde gira el disco empacado.
Los oyentes escuchan un puazo y Alberto Marino retoma la búsqueda de su Mariposita por las calles del centro de Buenos Aires. Termina el tango, la muchacha sigue sin aparecer y Joaquín, ya con la respiración normal, toma la palabra como si no hubiese pasado nada.
—Comunicado del Banco de Previsión Social. Abuela, abuelo, vayan preparando el monedero que se viene el día de cobro. La cita es el lunes que viene, 5 de noviembre, desde las nueve de la mañana, en el local de General Artigas a pasitos de 18 de Julio.
Dos o tres tangos y otra vez la voz:
—Y después de cobrar su jubilación, abuela, abuelo, no se olviden de que el almacén Los Girasoles tiene los mejores precios en comestibles, artículos de limpieza y tocador, bebidas y, como siempre, la mejor atención en Avenida Lubkov y 27 de Julio. Almacén Los Girasoles, de Tijón Vigortski, quince años a sus gratas órdenes.
Más música, más avisos.
—Mañana es domingo, día de reunión familiar. Las dueñas de casa van a preparar postres para chuparse los dedos y los asadores ya están procurando el mejor asado de tira, las achuras más ricas y las pulpas más tiernas que sólo se encuentran en la carnicería La Bayana, de Zulma Beramendi. Carnicería La Bayana, en General Artigas y Lavalleja. —Pausa breve. Leve modificación en los rasgos faciales del locutor. Aspiración apenas audible. Continúa: — ¡Qué carnes tiene La Bayana!
Los mediodías de los fines de semana son de Joaquín, el sacerdote que entre canción y canción imparte bendiciones a sus amigos de fútbol, charla, timba y copetines.
—Un abrazo para el amigo Timosha, que en estos momentos se está tomando una cañita en el bar de la Cooperativa.
Más música.
—Vaya desde acá un gran saludo para la gente linda de la barra del Tero Núñez, Basilio Chornisky, Sainka Efremov y Bismarck López, que están acampados en Banco Grande y ya deben estar preparándose para hacerle los honores a algún patí o surubí a la parrilla.
Las propagandas de los bares y almacenes siguen llenando los espacios que deja la música. Entre uno y otro, los saludos. La lista de amistades de Joaquín está siempre abierta a nuevas incorporaciones. La de Toto Echavarren es la más reciente.
Toto es empleado del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Cada tanto tiene que recorrer los campos que quedan entre el límite con Paysandú y una línea que pasa por Tres Bocas, Young y Rolón y sigue por la ruta 20 hasta Tacuarembó. Por eso se estableció en la Colonia. No del todo, porque en Mercedes tiene mujer y tres hijos. Casi todos los fines de semana va a visitarlos, aunque a veces los compromisos se lo impiden. Hoy es uno de esos días.
Toto no está en la Colonia. Joaquín lo sabe. Más aún: sabe exactamente dónde y qué está haciendo su amigo en el preciso momento en que le imparte su bendición:
—Un gran saludo para el amigo Toto Echevarren, que esta mañana temprano salió a recorrer los campos de Varela y a estas horas está tomando unas copitas con la barra de amigos del bar Terminal de Young.
El mundo está lleno de enigmas. Hay cosas que son como son aunque no podamos explicar por qué. Pero como el entendimiento humano es limitado, y mucho, no vale la pena profundizar en cosas incomprensibles. Por eso, cuando los oyentes de la Colonia escuchan que Joaquín saluda a Toto, que a esas horas está en Young, entre amigos, sonríen apenas, impotentes ante el misterio, porque saben que ese sábado, justamente a esas horas, Toto está en Paysandú, entre sábanas, disfrutando de la vida con Gladys Zaitzev.
—Salú, Toto —dice el locutor mientras busca otro tango.
